10.6.09

Sheepsonaight

Era el primer día que salía a probar las bondades de mi nueva bicicleta Oxford por la calle, mientras recorría los amigables y tranquilos barrios de Ñuñoa, paré, decendí y dejé la Oxford apoyada en una reja del tamaño de un hombre con resfríado crónico llamado Waldo McHoward (1, 23 mts, para quienes no lo conocen). Mientras esperaba tranquilamente mi turno para ser atendido en el almacén de Plaza Sucre con J. Manuel Infante, vigilaba celosamente la nueva Oxford, pero ella estaba allí como la nena más fiel que jamás había conocido.

Después de esperar 96 horas mi turno para ser atendido, la señora dueña del almacén me preguntó:

-Qué quieres mijoh?

Frente a la pregunta y después de haber esperado tanto tiempo no supe qué contestar, le dije que iba a salir a dar una vuelta en mi nueva Oxford a ver si recordaba lo que quería; pero antes de llegar a mi nuevo vehículo no contaminante, recordé lo que quería y me devolví veloz a decirle lo que quería...

-Señorah! Señorah!... ya lo recordé!... quiero una CCU en lata.

Muy atentamente Ana María Ostrëiberg, dueña del almacén se dirigió al congelador sacó el producto solicitado y me cobró, pero no contaba con la viveza que saldría veloz en mi Oxford sin pagar, salí corriendo tan rápido como pude hacia donde ubiqué mi medio de transporte, pero noh... El kit de fierro, cadena y dos ruedas, había sido robado, ahí mi día cambió pero no para siempre.